ALICIA: ¿David? ¿De verdad eres
tú? Creía que el enano de Twin Peaks se iba a manifestar de un momento a otro,
pero me alegro de que seas tú quien esté aquí. Sólo espero que no empieces a
hablarme al revés o a disertar sobre chicles.
DAVID: La Academia Americana de
Medicina de Urgencias lo confirma: entre una y dos docenas de hombres adultos
ingresan todos los años en urgencias después de haberse castrado a sí mismos.
A: Me lo temía.
D: Normalmente con utensilios de
cocina y a veces con cortaalambres.
A: ¿No vas a ponerte a bailar?
D: ...
A: Debes de estar cómodo. Eres un
gran fan de David Lynch. Es más, estuviste en el rodaje de Carretera Perdida.
D: La primera vez que puse mis
ojos sobre el verdadero David Lynch en el set de la película, él estaba orinando
sobre un árbol.
A: ¿Ha ejercido bastante influencia
sobre tus libros de ficción, verdad? Por ejemplo, la escena de La broma
infinita en la que suena la voz de Linda McCartney mientras alguien cose un ojo
me parece especialmente lynchiana.
D: Lynchiano refiere a una
particular clase de ironía donde lo muy macabro y lo más mundano se combina de
tal manera que revela la contención permanente del primero en el segundo.
A: Tiene gracia. Este verano
estuve en París y quise ver el Club Silencio. Por fuera, obviamente. Creo que
sólo te dejan entrar si eres un artista bohemio y rico, lo cual resulta un poco
paradójico. Bueno, el caso es que me encaminé hacia la dirección que ponía en
internet y me encontré con nada más y nada menos que un supermercado Día. Sí. Pero
al lado había un portal negro y misterioso con una columna de madera que
interpreté como un guiño a Twin Peaks, así que supuse que eso era el Club y empecé
a hacerme fotos en frente de esa enigmática puerta, y mientras me las hacía, me
sentía extrañamente conectada a David Lynch. Cuando llegué a casa descubrí que
el Club en realidad estaba en la otra esquina, en un local que había descartado
porque exteriormente parecía demasiado cutre y pequeño, pero la verdad es que
fue bonito hacerse fotos con tanto amor en frente de lo que probablemente era
el portal o el garaje de un edificio de oficinas cualquiera.
D: ...
A: Aunque creo que las películas
de James O. Incandenza me gustan incluso más que las de Davi... ¿Por qué ese
hombre está cantando una canción sobre árboles?
D: ...
A: ...
D: ...
A: ¿Es cierto que una vez le
dijiste a Jonathan Franzen que tu único propósito en la Tierra era poner tu
pene en el máximo número de vaginas posible?
D: No me defenderé de la
acusación de que besar a una chica de carne y hueso no es precisamente mi
manera preferida de relacionarme con el sexo contrario. No es una cuestión de
aprensión, no tiene nada que ver con aquello que escribió alguien de que besar
a alguien es como chupar una tubería cuyo otro extremo está lleno de excrementos.
A: Me parecen indignantes los
comentarios que Franzen y Bret Easton
Ellis han hecho sobre ti. Easton Ellis me da igual, pero creía que
Franzen era tu amigo. ¿Sabes? Me parece que ha hecho esas acusaciones tóxicas
porque te tiene envidia. Él es un buen escritor, por supuesto, pero nunca podrá
escribir como tú. Y lo sabe. Hay gente que dice que él es el actual gran
novelista americano, y sin embargo, David, ese puesto te corresponde a ti.
D: ...
A: Cuando llevaba dos o tres páginas de La broma infinita, tuve
que volver a empezar porque no me había enterado de nada. Minutos más tarde acabé el
primer capítulo y me fui a la cama con la sensación de que lo que acababa de
leer era de lo mejor que había leído en mi vida. Mi cabeza explosionó literariamente
hablando. Y sólo era el primer capítulo. Al cabo de dos meses, cuando acabé el
libro, ya había trozos de mi cerebro esparcidos por toda la casa y dentro de
algunos trenes.
D: ...
A: No te lo voy a negar, era
inevitable sentir miedo al observar semejante criatura mastodóntica de nada
menos que 1200 páginas y letra microscópica. Pero me enamoré. Me enamoré de sus
300 páginas de notas dentro de otras notas, de sus interminables listas de
drogas y sus efectos, de sus muertes tragicómicas, de ese deporte en el que las
pelotas representan cabezas nucleares y cuyos jugadores tiene que saber
integrar, de sus títulos de capítulo más largos que el propio capítulo, de ese
chico superdotado que además de aprenderse el diccionario de memoria y ser una promesa
del tenis juvenil sufre disociación psicológica, de ese brillante y triste
director de cine, de esos terroristas en sillas de ruedas, de esa chica velada
que trabaja como presentadora de un tétrico programa radiofónico, de esa
película que resulta ser un arma de destrucción masiva. Es el libro más
extraño, fascinante e impenetrable que he leído nunca. Y eso que hay un montón
de cosas que se me escapan.
D: ...
A: Me parece que cuando iba por
la mitad aún no sabía de qué iba la novela exactamente. Pero ahora creo que
trata sobre la adicción y la depresión. Hay momentos cómicos, claro, sino no
sería un libro tuyo, y no obstante está impregnado de un profundo sentimiento
de tristeza y pérdida. Tristeza a nivel estomacal, como dirías tú.
D: Tranquilizantes suaves: Valium
III y Valrelease, el viejo Xanax, digno de toda confianza, Dalmane,
Buspar, Serax, incluso Halcion1 (aún legalmente disponible en Canadá, aunque
parezca increíble).
A: ¿Sabes que hablando no puedes
utilizar notas a pie de página, verdad?
D: ...
A: Una de las cosas que más me
gustan de tus novelas son esa especie de juegos metaliterarios en los que los
personajes de dentro del libro explican y comentan sus propios relatos o los de
otros personajes. Y normalmente esos relatos son extraños y extremadamente
tristes, como por ejemplo el de la chica que está destinada a tener una rana
viviendo en su cuello. David, esa
historia me afectó demasiado.
D: ...
A: Escribiste un relato en el que
uno de los personajes, que parece ser tu alter-ego, escribe una historia sobre un
personaje llamado Dave que probablemente es a su vez su alter-ego, es decir, tu
doble alter-ego. Y a ese personaje lo meten en la cárcel, lo violan y le hacen
de todo. ¿Qué querías decirnos con ese relato, Dave?
D: ...
A: Yo hace unos años también
escribía historias raras y ridículamente tristes, pero no te las voy a contar
porque casi todo lo que escribo al cabo de doce horas me parece patético y mal
escrito.
D: Pero yo estoy muerto.
A: Ya. Sigue siendo lo
mismo.
D: ...
A: ...
D: ...
A: Cuando me enteré de que tu
novia no había acabado de leer tu nota de suicidio porque era muy larga,
tenía muchas notas a pie de página y contenía demasiadas digresiones, tuve
ganas de reírme y de llorar. Notas a pie de página en una carta de suicidio. Seguiste fiel a tu estilo hasta el final.
D: Alex Jordan es famosa por
haber dirigido su nota de suicidio a su pájaro.
A: En el instante en el que moriste se cerró una
especie de portal al que sólo tú podías acceder. Podías detectar una dimensión
imperceptible para todos los demás.
D: ...
A: ¿Es verdad que la mayor parte
de Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer es en realidad
ficción y que te pasaste casi todo el viaje en crucero encerrado en el
camarote?
D: ...
A: ¿Intentaste matar al marido de
Mary Karr con un revolver que pretendías conseguir a través de uno de tus excompañeros
de Alcohólicos Anónimos?
D: Creo que Los Simpsons son
arte. Pero por otro lado, en mi opinión, son despiadadamente corrosivos para el
alma, y todo es parodiado y ridículo. Quizás soy viejo, pero después de ver una
hora de la serie tengo que salir a mirar una flor o algo por el estilo.
A: A veces me siento como algunos
de tus personajes, como si yo no fuese lo suficientemente real o como si todo lo demás fuese menos real que yo. Pero no sé si es por culpa de tus libros o si ellos son sólo
un catalizador. Quizás tu ex-novia tenía razón y sería más interesante ser un
personaje de ficción que uno real.
D: Volví a experimentar el número
total de pasos, movimientos, respiraciones y pulsaciones involucrados. Luego la
cantidad de veces que tendría que repetir el mismo proceso día tras día, bajo
todo tipo de luces, hasta mi graduación, y luego vuelta a empezar el mismo
proceso agotador de entrada y salida en algún dormitorio universitario y
tenístico de algún otro sitio. Quizás lo peor de estas cogniciones se refería
al increíble volumen de sangre que debía consumir en los días que me quedaban
de vida.
A: Sí. Aunque a lo mejor lo que a
veces podría interpretarse como una grave crisis existencial adornada con
razonamientos circulares es en realidad un triste síntoma del aburrimiento. ¿Y
si existe una parte de la sociedad contemporánea que a pesar de tener todas las
herramientas no sabe vivir y se pasa los días esperando encontrarse una oreja
en el suelo como Jeffrey Beaumont que le conduzca hacia un laberinto de
intrigas y sadomasoquismo?
D: Si tu coche no funciona es un
problema de lenguaje.
A: No sé, David. Quiero decir,
ahora estoy aquí hablando contigo aunque estés muerto, y el señor que antes
cantaba ahora ha empezado a bailar una danza tribal, y tu cara se está
arrugando, y aún así, la realidad no es mucho menos extraña que ésto.
D: Hay dos peces jóvenes nadando
y sucede que se encuentran con un pez más viejo que viene en sentido contrario
y que les saluda con la cabeza y dice “Buenos días, chicos. ¿Cómo está el
agua?” Y los dos peces jóvenes nadan un poco más y entonces uno de ellos se
vuelve hacia el otro y dice “¿Qué diablos es el agua?"
A: Exacto. Tú sí que me
entiendes. ¿O sea que la vida es más o menos una broma finita?
D: ...
A: ...
D: ...
A: Oye, ¿tú veías The Wire, no? ¿Está
muy bien, verdad? Empezaré a verla pronto.
D: ¿Pero qué clase de
conversación lynchiana es ésta?
A: ...
D: ...
A: ...
D: ...
A: Creo que te quiero.
D: ...
A: Te veo borroso, Dave.
D: ...
A: ...
D: ...
A: ...
D: ...
A: Me parece que tengo miedo de
absolutamente todo lo que existe.
D: Entonces sé bienvenida.
FIN DE LA TRANSCRIPCIÓN
1. Dos hallazgos clínicos reportados
que ocurrieron después de dos semanas de administración nocturna de hipnóticos
benzodiazepínicosa de rápida eliminación:
1. Aumento de la vigilia
durante la última tercera parte de la noche.
2. La presencia de ansiedad
durante el día después de 10 días de tratamiento continuo.
a. Obviamente está hablando del Halcion.
***
La mayoría de las intervenciones de DFW son evidentemente citas suyas o extractos de sus libros. Ya me gustaría haberlas escrito yo.